Mover las manos como nubes
"Al principio era un bloque de cemento (el tronco) con dos vigas rígidas (los brazos). Imposibles de manejar, poco a poco, se fueron esculpiendo las partes de aquel todo, construyendo las piezas de un puzzle en movimiento, ablandándolas cada vez más hasta llegar hacerlas dúctiles y manejables. Se desgajaron primero los brazos del tronco, empezaron a girar solos, luego el tronco empezó a rotar.
Primero a un lado y luego al otro. Las muñecas comenzaron también a bailar. Al principio se chocaban, se estorban. La que tenía que quedarse por dentro y pugnaba por salirse fuera, hasta los brazos se revelaban. Todo era caos y agitación. Se aprendía la mecánica pero sin voluntad ni intención. Memorizado el movimiento, este era artificial, monótono y falso. Carecía de magia, le faltaba vida, aquellas manos no podían echarse a volar, ni las nubes llegar a tocar. La ansiedad hacía el movimiento irreal, agarrotado, tenso e incontrolado. Luego todo empezó a cambiar, la mente empezó a funcionar.
Las piezas se independizaron, brazos, antebrazos, muñecas y manos obedecían al movimiento que dictaba ahora únicamente la intención. Flotaban las manos en el aire dibujando casi la perfección. Sola seguían a la razón que empezaba a gobernar aquella desazón.
Todo era suave y relajado, el movimiento se hizo pausado, lento y depurado. Las manos volaban como nubes de algodón"
Reflexiones de Jorge M. Cano, practicante de Wu-Tai Chi Chuan- Madrid.
jorgemcano@telefonica.net